sábado, 26 de diciembre de 2009

"Chanel sorprende en Shangai"


La misma, exhibida en Shangai bajo el nombre de Paris-Shangai Métiers d’Art –séptima de la saga Métiers d’Art, cuyo inicio tuvo lugar en el 2002-, se ocupó de abrir un portal hacia la fantasía que un viaje imaginario, emprendido por la misma ‘Coco’ Chanel a las tierras milenarias, es capaz de irradiar.

Desde el comienzo, la exuberante puesta en escena, conformada por una pasarela de 85 metros de largo a orillas del río Huangpu, acompañó el espectáculo por el cual más de treinta modelos viajaron, de diferentes regiones del mundo.

Si bien los clásicos de la firma –el bolso 2.55, el tradicional tailleur, o el L.B.D.-, se hicieron imprescindibles, así como en cualquier show montado por la marca francesa, un twist oriental fue el responsable de esparcir su encanto transgresor a lo largo de cada pasada. El mismo, permaneció representado en sombreros platillo, peinados recogidos de connotación oriental, y chaquetas y vestidos que evocaban el corte de kimonos; sin embargo, estos detalles no ocuparon por completo el foco principal de la muestra, otorgando lugar a otros, que la distanciaron de cualquier posible predicción.

Ostentosos brillos –representados tanto en lentejuelas bordadas, como en lamé, y diversas incrustaciones de cristales-, se proclamaron protagonistas del desfile, y no se privaron de figurar en cualquier prenda, o accesorio –este último grupo, siempre oversize, y en gran cantidad-. Asimismo, el cuero de leggins, y botas altas por encima de piernas al descubierto, se encargó de otorgarle, a siluetas estructuradas, aquel aire tough que el misterio oscuro de Chanel –reflejado, esta vez, en sensuales transparencias-, remarca en cada colección.

A lo largo del show, con una base cromática netamente negra, vibrantes colorados, amarillos y azules se hicieron paso, para alegrar, junto con sutiles floreados y tonalidades rosas y púrpuras, aquel romanticismo eléctrico, que en algún momento sería opacado por las influencias trágicas de la guerra. Las mismas, reflejadas, mediante el color verde, en sombreros militares y prendas puramente funcionales.

Finalmente, tras haber generado incontables sensaciones sobre su audiencia, el evento logró centrar su atención en la pasada final, liderada por la figura de Freja Beha en un gown color negro, con bordados dorados, a lo largo de su delicada composición. El viaje de Mademoiselle Chanel había acabado.
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