Sin dudas, la colección que pensó Karl Lagerfeld iluminó la segunda jornada de los desfiles en la capital francesa. Abrigos, vestidos cortos, trajes largos, bordados, colores que transitaban el verde esmeralda, rubí o blanco, múltiples pulseras, una colección digna de Chanel.
En medio del show, un inmenso león dorado, pudo haber sido elegido por la condición de leonina de Gabrielle Chanel.
Incluso en su departamento parisino, conservado tal y como la legendaria Mademoiselle Coco lo dejó, abundan los leones, prueba de que ella sentía especial atracción por el rey de la selva.
El desfile estuvo signado de texturas brillantes, prendas bordadas de flores, amplios vestidos de tul sobre vestidos cortos del mismo color, gruesos ribetes de visón en mangas y bajos, y también voluminosos lazos en la espalda de vestidos de noche de talle alto y silueta triangular.
De día o de cóctel, los vestidos serán cortos y rondarán las rodillas y las mangas tenderán a ser muy visibles, cortas o largas, acampanadas o simplemente anchas, pero raramente llegarán hasta las muñecas.
Un largo ideal para lucir pulseras, el elemento principal de la colección en el terreno de los accesorios, junto con las botinetas, que dejan ver parte de la pierna, porque para Lagerfeld, este invierno, los abrigos ni los vestidos llegarán nunca hasta los tobillos.