lunes, 7 de noviembre de 2011

"Prix de Baron B"



La sofisticación y la elegancia francesas se dieron cita en el primer ‘Prix de Baron B’, una fiesta a todo lujo que supo transmitir el estilo de las tradicionales carreras europeas

Baron B celebró en el Hipódromo de San Isidro la primera edición del ‘Prix de Baron B’, una fiesta ambientada al estilo de las tradicionales carreras hípicas europeas que a mediados de siglo XVII tuvieron su esplendor en la Francia de Luis XIV.

Los más de 700 invitados se ataviaron según un estricto código de vestimenta que indicaba jackets y galera para los hombres, mientras que las damas lucieron espléndidos sombreros y “fascinators”. El público, además, tuvo la posibilidad de apostar al caballo que esperaban fuera el triunfador en una competencia que se desarrolló a pura adrenalina en la pista principal del recinto. Una vez finalizada la carrera, se sorteó entre los ganadores un premio muy especial: nada menos que su propio peso en Baron B. Uno de los afortunados fue Cristiano Ratazzi, presidente de Fiat, que se llevó 88 kgs. del más elegante espumante argentino.

La ambientación estuvo a cargo del arquitecto Javier Iturrioz, quien se inspiró en el Prix de Diane, en Chantilly, y las famosas carreras de Ascot en Berkshire. Durante toda la velada se ofreció un catering que incluyó delicadas entradas frías y calientes, plato principal, postre y hasta una pirámide de macarons de París, mientras que para el cierre quedó el estelar momento del baile. En todo momento los invitados se mostraron fascinados con la singular propuesta de una noche que llevó el sello de Baron B, el espumante más excepcional y elegante de la Argentina.

Participaron de la primera edición del “Prix de Baron B”, Ramiro Otaño, Director General de Moët Hennessy Argentina, y su mujer, Sol Beckerman Arana de Otaño; el Embajador de Francia Jean-Pierre Asvazadourian; Pablo y Catherine Roemmers, Cristiano Ratazzi, Clarisa y Conrado Estol, Ignacio Gutiérrez Zaldivar y Marga O´Farrell, Juan Cahen D´Anvers, Cecila Zuberbühler, Rosie Frías, Nacha Guevara, Silvina Chediek, Ani Mestre de Sambrizzi, Teresa Calandra y Gonzalo Bergadá, Iván de Pineda y Luz Barrantes, los diseñadores Fabián Zitta, Laurencio Adot y Benito Fernández, Julieta Kemble y Justo Saavedra, Maru Botana y Bernardo Solá, Horacio Heguy, Analía Maiorana, Priscila Crivocapich, Chloé Bello, Jimena Butilengo, Soledad Aquino y Javier Guerrico, Cristina Pérez, Ana Rusconi, entre otros.

Crónica de una velada inolvidable

Era el atardecer del jueves 3 de noviembre, y los últimos rayos del sol acariciaban la pista principal del hipódromo de San Isidro. Frente a ella, las terrazas junto a la tribuna oficial terminaban de disponerse para lo que vendría: gazebos cubiertos de flores, largas filas de livings blancos y elgantes barras de Baron B sumaban distinción a un entorno de por sí sofisticado.

A las 19 en punto la banda de bienvenida comenzó a tocar los primeros acordes de clásicos standards de jazz. Mientras tanto, los invitados llegaban al predio tras atravesar el espléndido parque arbolado de ingreso al Jockey Club.

La fiesta tuvo un código de vestimenta muy particular: sombreros y “fascinators” para las mujeres y galeras y jackets para los hombres. “La propuesta me parece simpatiquísima, diferente, muy europea”, se entusiasmó el diseñador Laurencio Adot. “Afortunadamente el público siguió la consigna, pero a la vez, como el dress code fue bastante abierto, se ve de todo: vestidos cortos, otros largos, y todo tipo de accesorios sobre la cabeza, desde sombreros y flores naturales hasta vinchas y tocados confeccionados con tul, crin y plumas. Es la tendencia que viene: una moda muy femenina a la manera de los años ´20 y ’30, una especie de vuelta al arcón de la abuela donde figuran guantes, joyas, pieles, medias, zapatos vintage y también, por supuesto, los sombreros, que pronto van a estar muy in”.

“Esto es alucinante”, expresó por su parte Laura Noetinger, responsable de algunos de los tocados y sombreros más impresionantes de la noche. Luego de vivir varios años en Europa, la diseñadora se alegró de que por fin existiera la oportunidad de lucir estos accesorios también en la Argentina. “La gente, definitivamente, se enganchó con la propuesta, y se vieron desde casquetes súper actuales hasta sombreros bien vintage: una fusión de toques antiguos y modernos más que interesante”, destacó.

Silvina Chediek hizo su entrada llevando un accesorio muy especial. “Es una réplica exacta del sombrero que usó Eva Perón cuando su esposo asumió la presidencia en 1946”, dijo. La periodista eligió un vestido de encaje verde que combinó con una de sus tantas chaquetas negras “para estar a tono con el impecable jacket de mi marido”. “Me da mucho placer disfrutar cada tanto de un poco de glamour, y la verdad que esta es una noche perfecta”, señaló.

Entonces las luces comenzaron a encenderse y el cocktail arrancó al son de la música francesa de los ‘50s y ‘60s y los manjares propuestos por Eat: crocantes de jamón de pato ahumado, tempura de langostinos, pulpo al pimentón de la vera y cochinillo con chutney de chiles fueron sólo algunos de los bocados para maridar con las diferentes líneas de Baron B.

Pero aún faltaba el plato fuerte de la velada: la carrera hípica en la cual los invitados tuvieron oportunidad de apostar al caballo que, según sus pálpitos, resultaría ganador. Para eso las promotoras vestidas de jocketas disponían de unas urnas especiales para que cada quien, a través de un cupón, eligiera a su favorito entre seis caballos: ‘Baron Bertrand de Ladoucette’, ‘Renaud Poirier’, ‘Baron B Extra Brut’, ‘Baron B Brut Nature’, ‘Baron B Brut Rosé’ y ‘1970’.

El locutor oficial del hipódromo solicitaba en el micrófono “activar las apuestas”, en tanto los presentes -siempre con su copa de Baron B en mano- iban poco a poco acercándose a la pista. La campana de largada dio su señal, y la carrera –reñida, veloz, excitante- arrojó como triunfador al participante número 4: ‘Baron B Brut Nature’. A continuación se hizo el sorteo del primer, segundo y tercer puesto, que en todos los casos se llevaron como premio su propio peso en Baron B. Cristiano Ratazzi, uno de los ganadores, se mostró exultante: “Elegí al caballo por pura intuición –advirtió el presidente de Fiat-, simplemente porque me gustaron el número y el nombre. Y así conseguí 88 kilos de Baron B”.

Dos platos, también a cargo de Eat, integraron el menú principal: confit de pato y salmón a la sal del mar. Mientras tanto, el brillo de la noche permanecía intacto. “Me hace gracia mirar hacia el sector de los sillones y ver a las mujeres que, ya relajadas, conversan tranquilamente vestidas de época. Me siento transportada a los tiempos de Yrigoyen”, comentó encantada Teresa Calandra. “Pero al fin y al cabo no es tan extraño –agregó-, Baron B nos tiene acostumbrados a estas fiestas, tanto en la Argentina como en el mundo. Cada detalle está cuidado y todo luce diez puntos”. La conductora y empresaria llevó un vestido a lunares de su marca, Calandra, que acompañó en este caso con un vistoso sombrero con frutas y pájaros de Gabriela Capucci.

Luego de los postres –tarta de pecan y arándanos y crocante de chocolate amargo- el epicentro de la celebración se trasladó a la pista de baile, un solado en dameros blancos y negros donde el dj Martín Bernardo (del grupo Sarapura) despuntó con remixes de pop y electrónica de los ‘80s y 90’s, además de algunos inevitables hits actuales: imposible no bailar. Muy cerca de allí, en uno de los livings contiguos, Nacha Guevara no podía dejar de seguir el ritmo. “Me fascina esta música, el dj, el sonido, también la temática de la fiesta. Siempre me gustó lookearme, así que parece hecha a mi medida”, reveló la actriz que lució un vestido y sombrero de Jorge Ibáñez.

Pasada la medianoche muchos de los invitados continuaban a pleno baile, coronando así una velada a todas luces inolvidable. En eso Dolores Barreiro hizo su entrada de la mano de Matías Camisani: parecía una ninfa envuelta en un vestido de Holi, su propia marca, en tonos pastel. “Me encantó la idea de que los invitados tuvieran que interpretar a su manera una consigna”, dijo la modelo. “Además –finalizó- nada mejor que empezar, ya desde noviembre, a palpitar el próximo fin de año”.

La inspiración: un poco de historia, tradición francesa y prestigio internacional

Las carreras de caballos modernas nacieron a mediados del siglo XVII en París, en presencia del entonces rey de Francia Luis XIV, también conocido como el ‘Rey Sol’. Desde entonces, el hipismo fue un deporte vinculado a la tradición, el estilo y la sofisticación. Fue precisamente ése el espíritu que Barón B quiso transmitir en esta primera edición de su ‘Prix de Baron B’, una celebración que promete convertirse en una de las fechas más esperadas del año.

A fines del siglo XIX se fundó en Buenos Aires el Jockey Club Argentino, uno de los centros sociales más importantes del país, reconocido a nivel mundial gracias a su intensa actividad turfística. El hipódromo de San Isidro fue inaugurado en 1935 y no tardó en convertirse en uno de los espacios más respetados y prestigiosos del ámbito ecuestre. Tiene 148 hectáreas de magníficos parques y una capacidad para 100.000 espectadores en tres tribunas frente a la pista principal, que cuenta con 2.738 m de inmaculado césped.

La ambientación: con el ineludible toque francés

“Tomé la inspiración del Prix de Diane, en Chantilly, y de las famosas carreras de Ascot en Berkshire”, explicó el responsable de la ambientación, Javier Iturrioz. “La estética es puro blanco y negro, con impactantes arreglos florales en color pastel y muebles de ratán que recuerdan al film My Fair Lady, con Audrey Hepburn. Luego, completan la escena los gazebos que miran hacia la pista de carrera, largas filas de livings blancos para disfrutar de la noche y, como no podía ser de otro modo, varias barras de Baron B estratégicamente dispuestas”. “Para la pista de baile elegimos un solado en dameros negros y blancos cubierto por una carpa de techo transparente que permitiera admirar las estrellas del hipódromo”, precisó el arquitecto y decorador. “Por lo demás, todo fue delicadamente intervenido por la marca –subrayó-, desde la arcada de bienvenida hasta el podio para entrega de premios, pasando por los caballos de alambre con la bandera de Baron B y las escultóricas chaquetillas de jockey hechas con flores. Nada quedó librado al azar”.

Sobre Baron B: exclusividad, elegancia y clasicismo

Baron B es fruto del "savoir faire" del enólogo Renault Poirier. En cada botella se combinan las mejores "cuvées" que, luego de un cuidado reposo sobre levaduras según el método tradicional, permiten alcanzar un vino de características muy especiales, que se destaca por su altísima calidad, sofisticación y elegancia.

El Baron Bertrand de Ladoucette, primer Presidente de Chandon Argentina, era conocido por ser un hombre de gustos refinados y estilo clásico. En la búsqueda obsesiva de la excelencia, emprendió junto a su "chef de cave" la elaboración de un sparkling especial, de calidad superior a la que hasta entonces existía en el mercado (que ya presentaba características similares a las del champagne francés). El resultado fue, en 1970, el más elegante espumante argentino, Baron B Extra Brut, cuyo nombre y estilo rinden homenaje a su mentor, hombre de noble e intensa personalidad.

Este carismático personaje, el Baron Bertrand influyó no sólo en el estilo sino también en la estética del producto. Fue el creador de los diseños iniciales de las etiquetas de Baron B, luego modificadas para adaptarse a las nuevas tendencias. Asimismo, decidió utilizar para este vino un envase especial absolutamente novedoso en el mercado de espumantes argentinos, cuyo plano había sido enviado especialmente desde Francia y que aún hoy distingue a la marca.

Hoy Baron B es referente de excelencia en espumantes nacionales, y es además líder absoluto en el segmento súper premium.
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